El Congreso fue miércoles, 13 enero 2016, el escenario del arranque de una nueva era política en la que habrá un presidente de las Cortes de un partido distinto al mayoritario, en la que irrumpen dos nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos) y en la que las formas y actitudes de los diputados no tienen nada que ver con la fase anterior. El socialista Patxi López fue elegido presidente de la Cámara con los votos del PSOE y Ciudadanos y tras la renuncia del PP a presentar candidato propio. Ese acuerdo provocó un enfrentamiento entre Podemos y el PSOE que marcó el clima de la jornada, siempre rutinaria y ayer cargada de simbolismo y gestos, informó el periódico El País.
Patxi López fue elegido presidente del Congreso en el primer acto parlamentario de la legislatura más incierta, en un ambiente diferente al de las otras diez de la democracia. Fue diferente por la escenificación de la irrupción de dos grupos nuevos; por las formas y actitudes de diputados primerizos — por ejemplo, en la fórmula de acatamiento de la Constitución — y, sobre todo, por la fragmentación de la Cámara que hace sobrevolar la idea de la repetición de elecciones y, por tanto, de que esta sea la legislatura más breve de la democracia. Es insólito también que el presidente del Congreso (del PSOE) no pertenezca al partido mayoritario en la Cámara (el PP).
El Congreso se constituyó en un ambiente de fin del ciclo del bipartidismo, porque, aunque PP y PSOE están en todas las combinaciones de Gobierno, en todas dependen de alguno de los nuevos partidos. López fue elegido en segunda vuelta, por mayoría simple, con 130 votos frente a los 71 de Carolina Bescansa, la diputada de Podemos presentada por este partido como reacción al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos sobre la Mesa del Congreso, el primer pacto de la legislatura. Ese acuerdo provocó que el PP retirara a su candidato y dejara el camino libre a Patxi López, según la fuente citada.