Artur Mas completó miércoles (13 enero 2016) su “paso al lado” y renunció al escaño de diputado en el Parlamento catalán. El expresidente de la Generalitat corona su decisión de la semana pasada, cuando propuso para la investidura a Carles Puigdemont para facilitar un acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP que evitara unas nuevas elecciones en Cataluña. Justo después de anunciarlo aseguró que no tenía claro qué haría con su escaño, pero ayer, un día después de la toma de posesión de su sucesor, dio el paso y formalizó su renuncia a la Cámara catalana, informó el periódico El País.
El abandono del escaño implica que perderá la condición de aforado, aunque de momento no afectará al caso contra él, la exvicepresidenta Joana Ortega y la consejera de Enseñanza en funciones, Irene Rigau, por organizar la consulta soberanista del 9-N. Según una portavoz del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), la causa seguirá bajo su jurisdicción porque Rigau sigue siendo diputada, informa Alfonso L. Congostrina, según la fuente citada.
La renuncia de Mas al escaño era esperada, puesto que la tradición de Convergència manda que cuando un presidente de la Generalitat abandona el cargo, por dignidad institucional, no debe buscar un acomodo menor en la política. Siguiendo este ejemplo, los nacionalistas fueron muy críticos con el expresidente socialista José Montilla cuando pasó a ser senador.
Mas renuncia a cualquier cargo, pero como él mismo se apresuró a anunciar el día que cedió la presidencia, no abandonará la primera línea política. Su misión será la de refundar Convergència, en pleno proceso de renovación por los casos de corrupción que la rodean y varios descensos electorales. El expresidente también colaborará con Puigdemont y el nuevo consejero de Exteriores, Raül Romeva, para explicar el proceso de independencia de Cataluña al resto del mundo, según la fuente citada.